A pesar de que el proceso de enlatado se inventó hace más de doscientos años, hoy sigue siendo uno de los formatos más utilizados a la hora de elegir el envasado, ya que permite que a temperatura ambiente la vida de un producto enlatado sea mayor.
El inicio de los alimentos enlatados fue durante el siglo XIX, cuando la necesidad era conservar los alimentos el mayor tiempo posible durante las grandes expediciones marítimas. Y con el paso del tiempo este procedimiento se ha ido perfeccionando, logrando preservar la calidad de vida del producto en los anaqueles.
El proceso del enlatado consiste, básicamente, en sellar las latas a presión y posteriormente esterilizarlas, es decir, calentarlas por un tiempo determinado y a cierta temperatura hasta que permita eliminar microorganismos.
La mayor ventaja de los productos enlatados es que, gracias a la tecnología con la que contamos, no se pierden las proteínas, los lípidos e hidratos de carbono ni se usan tantos aditivos durante el proceso, al contrario, la lata ayuda a proteger su calidad y permite que el consumidor consuma los alimentos con mayor confianza.
Existen muchos mitos acerca de los metales utilizados en los alimentos, pero lo cierto es que un metal de aluminio o de acero inoxidable no puede dañar la calidad de los alimentos.
Es tan frecuente el uso del enlatado que el alimento húmedo para mascotas también viene en esta presentación, permitiendo conservar el olor y sabor del alimento por más tiempo. Y al igual que el alimento para humanos, se evita el uso de aditivos.
Su almacenamiento
De acuerdo con el Departamento de Agricultura de Estados Unidos, los productos como atún, sopas y verduras pueden llegar a almacenarse entre 2 a 5 años, por otro lado, los jugos, tomates y otros alimentos con alto contenido de ácido de un año hasta 18 meses.
El secreto, dependiendo del producto del que se trate, de tener una larga vida en los anaqueles, partiendo de los tres meses, es el tratamiento térmico que se utiliza para eliminar microorganismos.